Unidad 4. Reflexión sobre las prácticas de evaluación

Afronto esta cuarta semana de MOOC ABP con mayor incertidumbre aún que las anteriores, en las que esperaba el asunto de la evaluación. Delicado e importante asunto ya que creo que a nadie se le escapa que en cualquier campo profesional es imprescindible una fase de análisis tanto del proceso como de los resultados para detectar los aspectos a mejorar.

Decía que asumo con mayor incertidumbre esta semana ya que al no ser aún docente activo mi experiencia se circunscribe al periodo de prácticas del Máster de Formación del Profesorado y el contexto del centro en el que se desarrollaron, imbuido en una cultura tradicional: clase magistral-actividades de reproducción-examen-calificación.

En este escenario los alumnos consideran, porque así se ha hecho a lo largo de su vida escolar, que evaluar es calificar, asignar un guarismo a su producción, que es medida casi en su totalidad en un examen trimestral. Y los profesores también.

No conforme con esos procedimientos he tratado de aportar cierta innovación y buscado la implicación de los estudiantes, para que se sintieran más partícipes de lo que sucede en clase. Como no conocía aún la metodología ABP consideraba que una forma de aproximar los contenidos a la realidad del alumno era a través de estudios de caso, para dar la oportunidad de que trabajaran en grupos y desarrollaran sus competencias básicas en un escenario de aprendizaje activo y cooperativo, aportando a esos trabajos un peso específico en su calificación final que había de pasar, ineludiblemente y por exigencias de programación, por una prueba escrita.

Como herramientas de evaluación entiendo que los cuestionarios de autoevalución son fundamentales, así que los incluí, anónimos, para que los alumnos se expresaran con total libertad, y también de evaluación al docente, así como de un cuestionario de autoevaluación para la propia práctica docente. Lo que no he utilizado han sido herramientas para la coevaluación, que ahora veo que ofrecen importantes pistas del proceso.

De esta forma he tratado de incidir más en aspectos del proceso de aprendizaje-enseñanza que en la mera repetición de conceptos, para valorar con la mayor objetividad posible, basada en evidencias, si se desarrollan habilidades y competencias básicas. No obstante he podido comprobar lo delicada que es esta fase y sus obstáculos que entre otros han sido la propia inexperiencia, las dificultades para romper con inercias, la preocupación casi obsesiva que se ha inculcado a los estudiantes por la nota numérica, la cantidad de alumnos por clase y de grupos a cargo de cada profesor (en 3º ESO ciento diez alumnos), que hacen muy difícil la aplicación de rúbricas, la observación del alumnado, individualmente y por grupo de trabajo y, en suma, la introducción de nuevas prácticas educativas con las que el resto de docentes habrían de estar implicados pero que, en mi escasa experiencia, he constatado que era sido así.

En el contexto vivido prima la insularidad en la práctica de cada docente. En el dpto. de la asignatura se consensua si el temario se sigue al ritmo previsto, y las evaluaciones consisten en exámenes trimestrales porque no da tiempo a más. Las sesiones de evaluación trimestrales son una puesta en común para comentar si el progreso es adecuado, según la programación (y en lo que se refiere al avance de los contenidos porque de las competencias básicas ni se habla), y para comentar el caso concreto que pueda darse de algún alumno, pero no se debaten nuevas formas de evaluar, con nuevas metodologías e implicación e integración de todos los profesores independientemente de su asignatura. Por supuesto, los padres no intervienen en este proceso, pero tampoco parece que hayan expresado su deseo de hacerlo.

Como conclusión, aunque daría para bastantes entradas, asumo que mi incipiente práctica evaluadora (y docente) fue totalmente mejorable y se centró más en el momento final que en el proceso. Error. Grave error. Las rúbricas elaboradas no pudieron ser utilizadas por falta de tiempo por lo que no cumplieron su función. Y, al ser un periodo de prácticas, las carencias detectadas no pudieron ser subsanadas en una labor docente posterior, por lo que la fase fundamental de propuesta de mejora y su puesta en práctica no ha sido realizada.

Soy consciente de que la evaluación es un elemento crucial para el proceso de aprendizaje-enseñanza, por lo que, aunque de forma inmediata no lo pueda poner en práctica y como de una reflexión se trata, al menos puedo afirmar que sí he interiorizado que evaluar no es calificar y cada vez voy conociendo más instrumentos y metodología para que así sea. Gracias a todos los que enriquecéis la comunidad docente compartiendo vuestras experiencias.

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